http://es.wikipedia.org/wiki/Micci%C3%B3nEl término médico para orinarse en la cama es "enuresis nocturna" y si un niño empieza a mojar la cama después de un largo período de sequedad, ésto se denomina enuresis secundaria, mientras que la evaluación y el tratamiento son las mismas para ambos.
¿Por qué algunos niños se orinan en la cama y otros no?
No hay una razón específica por la que se produce, puede ser que un antiguo miembro de la familia mojaba la cama, y el niño simplemente lo ha heredado, o el niño puede comenzar a mojar la cama en tiempos de preocupación o por el estrés.
Las causas de la enuresis nocturna pueden ser por lo siguiente:
La falta de la hormona natural vasopresina (AVP). Ésta hormona se libera durante el sueño y reduce la cantidad de orina producida durante la noche. Ésta hormona se traduce en la producción durante el día de cantidades de orina, simplemente que causa la vejiga para llenar con rapidez y se desborde. No hay pruebas disponibles para confirmar que la falta de la vasopresina ha causado la enuresis nocturna, pero hay algunos signos que apuntan hacia éste, incluyendo la enuresis poco después de dormir, grandes charcos constantes en la cama y la debilidad de la concentración de orina en las mañanas.
Actividad elevada de vejiga que afecta alrededor del 30% de los niños que se orinan en la cama. Es causada ya que la pared de la vejiga se contrae antes de que ésta se llene llegando a vaciarse. Los síntomas incluyen la necesidad de usar el baño con urgencia y con frecuencia durante el día, las pequeñas manchas húmedas en la ropa durante el día, una pequeña capacidad vesical y despertarse inmediatamente después de orinarse durante la noche.
Muchos niños que se orinan en la cama no despiertan a la señal de que la vejiga está llena, por lo que el vaciado es inminente. El factor crucial en éste caso no es cuán profundamente el niño duerme, sino la facilidad con que pueden despertar del sueño.
¿Qué tratamientos hay disponibles?
Los sistemas de alarmas para evitar el orinarse en la cama pueden ser utilizados a partir de la edad de cinco, pero es importante para garantizar que el niño está motivado y es capaz de manejar la alarma, y si éste es capaz de despertarse solo. A veces es mejor esperar hasta que el niño sea un poco mayor y poder hacer frente a la naturaleza de la alarma. La alarma perturba la mayoría de las noches de sueño, tanto para el padre como para el niño, hasta que gracias a la rutina lo asimilen y el niño llegue a conseguir buenos resultados.
La medicación puede ser útil para algunos niños y la desmopresina es el más ampliamente prescrito para dejar de mojar la cama. Éste medicamento es una forma sintética de la hormona natural, la vasopresina, que trabaja de la misma forma, reducir y concentrar la cantidad de orina producida durante la noche. Oxybutinin a veces se prescribe para los niños que tienen síntomas de urgencia durante el día. Trabaja ayudando a la vejiga a relajarse y eliminar así la frecuente necesidad de ir al baño.
Muchas familias encuentran que las terapias complementarias ofrecen una perspectiva alternativa sobre el problema de la enuresis nocturna. No ha habido ninguna investigación concluyente que indique la validez de terapia como una cura para orinarse en la cama, pero hay un gran número de resultados positivos.
¿Por qué algunos niños se orinan en la cama y otros no?
No hay una razón específica por la que se produce, puede ser que un antiguo miembro de la familia mojaba la cama, y el niño simplemente lo ha heredado, o el niño puede comenzar a mojar la cama en tiempos de preocupación o por el estrés.
Las causas de la enuresis nocturna pueden ser por lo siguiente:
La falta de la hormona natural vasopresina (AVP). Ésta hormona se libera durante el sueño y reduce la cantidad de orina producida durante la noche. Ésta hormona se traduce en la producción durante el día de cantidades de orina, simplemente que causa la vejiga para llenar con rapidez y se desborde. No hay pruebas disponibles para confirmar que la falta de la vasopresina ha causado la enuresis nocturna, pero hay algunos signos que apuntan hacia éste, incluyendo la enuresis poco después de dormir, grandes charcos constantes en la cama y la debilidad de la concentración de orina en las mañanas.
Actividad elevada de vejiga que afecta alrededor del 30% de los niños que se orinan en la cama. Es causada ya que la pared de la vejiga se contrae antes de que ésta se llene llegando a vaciarse. Los síntomas incluyen la necesidad de usar el baño con urgencia y con frecuencia durante el día, las pequeñas manchas húmedas en la ropa durante el día, una pequeña capacidad vesical y despertarse inmediatamente después de orinarse durante la noche.
Muchos niños que se orinan en la cama no despiertan a la señal de que la vejiga está llena, por lo que el vaciado es inminente. El factor crucial en éste caso no es cuán profundamente el niño duerme, sino la facilidad con que pueden despertar del sueño.
¿Qué tratamientos hay disponibles?
Los sistemas de alarmas para evitar el orinarse en la cama pueden ser utilizados a partir de la edad de cinco, pero es importante para garantizar que el niño está motivado y es capaz de manejar la alarma, y si éste es capaz de despertarse solo. A veces es mejor esperar hasta que el niño sea un poco mayor y poder hacer frente a la naturaleza de la alarma. La alarma perturba la mayoría de las noches de sueño, tanto para el padre como para el niño, hasta que gracias a la rutina lo asimilen y el niño llegue a conseguir buenos resultados.
La medicación puede ser útil para algunos niños y la desmopresina es el más ampliamente prescrito para dejar de mojar la cama. Éste medicamento es una forma sintética de la hormona natural, la vasopresina, que trabaja de la misma forma, reducir y concentrar la cantidad de orina producida durante la noche. Oxybutinin a veces se prescribe para los niños que tienen síntomas de urgencia durante el día. Trabaja ayudando a la vejiga a relajarse y eliminar así la frecuente necesidad de ir al baño.
Muchas familias encuentran que las terapias complementarias ofrecen una perspectiva alternativa sobre el problema de la enuresis nocturna. No ha habido ninguna investigación concluyente que indique la validez de terapia como una cura para orinarse en la cama, pero hay un gran número de resultados positivos.
Micción
La micción es un proceso por el que la vejiga urinaria se vacía de orina cuando está llena. La vejiga (que en estado vacío se encuentra comprimida por los demás órganos) se llena poco a poco hasta que la tensión de sus paredes se eleva por encima de un valor umbral y entonces se desencadena un reflejo neurógeno llamado reflejo miccional que provoca la micción (orinar), y si no se consigue, al menos produce el deseo consciente de orinar.
El proceso de la micción es, en la mayoría de las veces, controlado voluntariamente. La incontinencia urinaria es el control pobre o ausente de la micción.
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Reflejo de la micción [editar]
La micción refleja es un proceso medular completamente automático. En las paredes de la vejiga urinaria existen unos receptores sensoriales llamados receptores de estiramiento de la pared vesical que captan la presión y el aumento del volumen de la vejiga. Los más importantes son los localizados en el cuello vesical. Estos receptores sensitivos provocan potenciales de acción que se transmiten por los nervios pélvicos a los segmentos sacros S-2 y S-3. En estos núcleos sacros se originan fibras motoras del sistema nervioso parasimpático que terminan en células ganglionares nerviosas localizadas en la pared de la vejiga encargadas de inervar al músculo detrusor de la vejiga. Este arco reflejo se repite durante unos minutos cada vez más para aumentar la presión de la vejiga y se inhibe conscientemente por el cerebro si no se produce la micción.
A veces el cúmulo de reflejos miccionales es tan grande que el impulso nervioso pasa al nervio pudendo hacia el esfínter externo urinario para inhibirlo. Si esta inhibición es más intensa que las señales conscientes voluntarias del cerebro, ocurrirá la micción involuntaria (incontinencia urinaria).
Control de la micción por el cerebro [editar]
La micción puede inhibirse o precipitarse por centros encefálicos que son:
- Poderosos centros facilitadores e inhibidores en el tronco cerebral, tal vez localizadas en la protuberancia.
- Varios centros localizados en la corteza cerebral, que son sobre todo inhibidores pero también pueden ser excitadores.
En control encefálico de la micción se produce por los siguientes medios:
- A través de la médula espinal, los núcleos encefálicos estimulan los centros parasimpáticos sacros para que —por medio del nervio pudendo— relajen el músculo esfínter externo, cuando hay deseo de orinar. Además se produce contracción abdominal y relajación del suelo pélvico, que facilitan la micción.
- A través de la médula espinal, los núcleos encefálicos estimulan los centros simpáticos que producen contracción del trígono y del esfínter externo, impidiendo la micción.
Síntomas miccionales [editar]
Cuando se padece una enfermedad del aparato urinario, pueden existir síntomas desagradables durante la micción como:
- Disuria: es un dolor urente o escozor durante el paso de orina por la uretra. Este síntoma aislado o junto con alguno de los siguientes definen el sídrome miccional.
- Polaquiuria: es el aumento de micciones durante 24 horas, generalmente de escasa cantidad.
- Nicturia: es el aumento de micciones durante la noche (véase también enuresis y parasomnia).
- Hematuria: es la expulsión de sangre con la orina.
- Piuria: es la expulsión de pus con la orina.
- Dolor suprapúbico o dolor hipogástrico: Es un dolor en el bajo vientre o en la parte inferior del abdomen durante la micción.
- Tenesmo urinario: es la sensación de querer volver a orinar, cuando se acaba de hacer.
- Cólico nefrítico: es un dolor espasmódico originado en la región lumbar que se irradia hacia los genitales externos, de gran intensidad.
Trastornos relacionados con la micción [editar]
- Paruresis: imposibilidad de orinar en determinadas situaciones.
- Síndrome de Micción Constante: Síndrome que lleva al afectado a orinar constantemente en un lapso menor a 10 minutos durante la noche.
Dejar los pañales es un gran evento en la vida del
bebé y con seguridad una gran descarga para los
padres de familia. Pero este momento, que es muy
diferente para cada bebé, llega tan sólo cuando la
naturaleza lo permite y NUNCA antes, por mucho que
queramos ahorrarnos los pañales…
Aprender a controlar los esfínteres, es decir, aprender
a permitir la evacuación de la vejiga o del intestino a
voluntad depende de la madurez del sistema nervioso
del bebé. Los bebés van controlando poco a poco los
músculos del cuello, los brazos, las piernas, etc. a
medida que su sistema nervioso madura. De igual
manera, el bebé adquiere gradualmente control de los
pequeños músculos internos que intervienen en
funciones precisas tales como hablar e ir al baño.
El período para aprender a ir al baño va desde los 18
meses hasta los cinco años. Se trata de un proceso
lento, gradual y dependiente de la maduración del
sistema nervioso del bebé.
A partir de los 18 meses el bebé puede dar muestras
de saber cuándo está teniendo una evacuación de su
intestino. Podemos notarlo cuando interrumpe por un
momento su juego, se acuclilla y “hace fuerza” para
evacuar.
Papás y mamás ayudamos cuando le hacemos ver
que su pañal está sucio y que necesita un cambio
para sentirse más cómodo. No se trata de que se
sienta culpable por haber ensuciado su pañal, sino de
que vaya percibiendo la diferencia entre una colita
sucia y unas nalguitas frescas, con un pañal seco y
holgado.
A partir de los dos años el bebé dará la pauta cuando
sea el momento para sentarlo en su inodoro de
entrenamiento.
En la primera infancia, la mayoría de aprendizajes se
producen por imitación y aprender a ir al baño no es la
excepción. En casa, ir al baño debe verse como una
actividad más de la vida diaria, con mucha
naturalidad. Al bebé debe permitírsele acompañarnos
al baño cuando lo desee. Si su inodoro de
entrenamiento está en la sala de baño, cuando
nosotros entremos, el bebé puede entrar también y
sentarse sin desvestirse, imitándonos.
bebé y con seguridad una gran descarga para los
padres de familia. Pero este momento, que es muy
diferente para cada bebé, llega tan sólo cuando la
naturaleza lo permite y NUNCA antes, por mucho que
queramos ahorrarnos los pañales…
Aprender a controlar los esfínteres, es decir, aprender
a permitir la evacuación de la vejiga o del intestino a
voluntad depende de la madurez del sistema nervioso
del bebé. Los bebés van controlando poco a poco los
músculos del cuello, los brazos, las piernas, etc. a
medida que su sistema nervioso madura. De igual
manera, el bebé adquiere gradualmente control de los
pequeños músculos internos que intervienen en
funciones precisas tales como hablar e ir al baño.
El período para aprender a ir al baño va desde los 18
meses hasta los cinco años. Se trata de un proceso
lento, gradual y dependiente de la maduración del
sistema nervioso del bebé.
A partir de los 18 meses el bebé puede dar muestras
de saber cuándo está teniendo una evacuación de su
intestino. Podemos notarlo cuando interrumpe por un
momento su juego, se acuclilla y “hace fuerza” para
evacuar.
Papás y mamás ayudamos cuando le hacemos ver
que su pañal está sucio y que necesita un cambio
para sentirse más cómodo. No se trata de que se
sienta culpable por haber ensuciado su pañal, sino de
que vaya percibiendo la diferencia entre una colita
sucia y unas nalguitas frescas, con un pañal seco y
holgado.
A partir de los dos años el bebé dará la pauta cuando
sea el momento para sentarlo en su inodoro de
entrenamiento.
En la primera infancia, la mayoría de aprendizajes se
producen por imitación y aprender a ir al baño no es la
excepción. En casa, ir al baño debe verse como una
actividad más de la vida diaria, con mucha
naturalidad. Al bebé debe permitírsele acompañarnos
al baño cuando lo desee. Si su inodoro de
entrenamiento está en la sala de baño, cuando
nosotros entremos, el bebé puede entrar también y
sentarse sin desvestirse, imitándonos.
Es importante permitirle que juegue con su inodoro de
entrenamiento (limpio, por supuesto) para que se
familiarice con él y no le tema.
Para aprender a ir al baño, saber hablar es una
destreza importante. Por lógica, para avisar que
necesita ir al baño, el bebé debe ser capaz de entender
y decir “pipi”, “popo” o palabras similares.
Al principio, avisará después de haber tenido una
deposición. Esto nos ayuda a los padres a calcular el
horario de sus evacuaciones. Los bebés aprenden
primero a controlar las evacuaciones del intestino,
quizá porque son menos frecuentes, más prolongadas
y porque requieren mayor esfuerzo de su parte. Para
que el bebé no le tema a una deposición dolorosa, es importante incluir fibra en su dieta para ayudarle a que
las deposiciones sean blandas. Al identificar el horario
de sus evacuaciones, intentaremos sentarlo poco a
poco en su inodoro de entrenamiento, sin presiones ni
obligándolo. Se sentará sólo si él o ella lo desean y se
celebrará el que haga en su inodorcito.
El pañal seco por largos períodos es una buena
indicación de que su vejiguita está reteniendo más y
que podría empezarse el entrenamiento. Todos los
bebés, sean niños o niñas, aprenden a orinar primero
sentados. Luego de afianzado el aprendizaje, los niños
pueden imitar a su papá de pie.
Si se respeta la maduración del bebé, el control del
esfínter de la vejiga se logra en relativamente poco
tiempo. Basta con decidirnos a acompañarlo en el
proceso y ser su bastión de apoyo. No lo hagan en un
momento de estrés para el bebé (la llegada de un
hermanito o el ingreso al jardín infantil). Lo mejor es
dedicarle suficiente tiempo y elegir una semana para
que el bebé pase sin pañal buena parte del día. Si se
orina lo notará inmediatamente. Nuestra intervención
será decisiva. Los comentarios deberán ser siempre
positivos y encaminados a alentarle a contenerse y
llegar al baño la próxima vez. Cada logro por mínimo
que sea deberá ser elogiado. Decirle que es sucio(a) o
feo(a) si tiene un accidente está fuera de lugar. Primero
aprenderá a ir al baño mientras esté despierto, luego se
contendrá durante las siestas y por último por las
noches, proceso que puede durar hasta los cinco
años.
entrenamiento (limpio, por supuesto) para que se
familiarice con él y no le tema.
Para aprender a ir al baño, saber hablar es una
destreza importante. Por lógica, para avisar que
necesita ir al baño, el bebé debe ser capaz de entender
y decir “pipi”, “popo” o palabras similares.
Al principio, avisará después de haber tenido una
deposición. Esto nos ayuda a los padres a calcular el
horario de sus evacuaciones. Los bebés aprenden
primero a controlar las evacuaciones del intestino,
quizá porque son menos frecuentes, más prolongadas
y porque requieren mayor esfuerzo de su parte. Para
que el bebé no le tema a una deposición dolorosa, es importante incluir fibra en su dieta para ayudarle a que
las deposiciones sean blandas. Al identificar el horario
de sus evacuaciones, intentaremos sentarlo poco a
poco en su inodoro de entrenamiento, sin presiones ni
obligándolo. Se sentará sólo si él o ella lo desean y se
celebrará el que haga en su inodorcito.
El pañal seco por largos períodos es una buena
indicación de que su vejiguita está reteniendo más y
que podría empezarse el entrenamiento. Todos los
bebés, sean niños o niñas, aprenden a orinar primero
sentados. Luego de afianzado el aprendizaje, los niños
pueden imitar a su papá de pie.
Si se respeta la maduración del bebé, el control del
esfínter de la vejiga se logra en relativamente poco
tiempo. Basta con decidirnos a acompañarlo en el
proceso y ser su bastión de apoyo. No lo hagan en un
momento de estrés para el bebé (la llegada de un
hermanito o el ingreso al jardín infantil). Lo mejor es
dedicarle suficiente tiempo y elegir una semana para
que el bebé pase sin pañal buena parte del día. Si se
orina lo notará inmediatamente. Nuestra intervención
será decisiva. Los comentarios deberán ser siempre
positivos y encaminados a alentarle a contenerse y
llegar al baño la próxima vez. Cada logro por mínimo
que sea deberá ser elogiado. Decirle que es sucio(a) o
feo(a) si tiene un accidente está fuera de lugar. Primero
aprenderá a ir al baño mientras esté despierto, luego se
contendrá durante las siestas y por último por las
noches, proceso que puede durar hasta los cinco
años.
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